lunes, 12 de noviembre de 2007

Mujer contra Mujer

Hace tiempo que quería reflexionar acerca del mobbing, de las relaciones laborales entre mujeres y de los “compañeros tóxicos” en el trabajo. Esta idea me rondaba en la cabeza desde que leí este post en el blog de César Alonso Peña, que os recomiendo, y la que se sumó las conclusiones que encontré sobre el libro “Woman's Inhumanity to Woman”, además de alguna que otra triste experiencia personal.

Es cierto que en algunos ambientes de trabajo, todos detectamos a ese compañero/a tóxico/a que –y cito textualmente del post de César- esparce pesimismo y división en el entorno que le rodea de varias formas:
- ridiculizando públicamente a algún compañero
- haciendo comentarios éticos o religiosos inapropiados
- haciendo circular rumores viciosos
- amargando la vida a alguien
- ejerciendo una actitud despectiva o intimidante hacia el resto.


Todo se complica cuando es este “tóxico” está encarnado en una mujer, que esparce su “toxicidad” contra otra mujer o mujeres. ¿Por qué?

Según las conclusiones del libro “Woman's Inhumanity to Woman”, cuando las mujeres trabajamos juntas tenemos “grandes expectativas respecto a la solidaridad de género” y esperamos ser entendidas, escuchadas y respetadas por el resto de mujeres, independientemente del cargo que ocupen y ocupemos, y aparece “el amiguismo”. Pero con el tiempo surgen los roces y la insolidaridad, el “chismorreo”, etc. porque aparecen las envidias y los celos, sobre todo cuando una de ellas destaca sobre un grupo, por lo que el resto ve amenazado su pequeña o gran cuota de poder. Entonces la competitividad se hace más palpable que nunca (en eso hemos aprendido bien de los hombres) y comienzan las críticas destructivas, la intimidación, la ridiculización e incluso la “alianza” para aislar a aquélla o aquéllas que se consideren “enemigas”.

Por no hablar de la insolidaridad entre nosotras. Casi todas esperamos que cuando seamos madres, el resto de “mamás” nos escuche y comprenda nuestros problemas. Pues no sólo los estudios relevan, también lo hace el día a día y la experiencia, que la mujer se muestra más insolidaria con la mujer en momentos de embarazo o cuidado de hijos. No siempre es así. Pero, evidentemente, tampoco debería producirse porque al fin y al cabo TODAS SOMOS PERSONAS y en algún momento de nuestra vida podemos ser madres.

Para terminar, hacer alusión al mobbing. Todas estas situaciones descritas anteriormente pueden redundar negativamente en el estado emocional, intelectualmente y psicológico de quien lo padece y darse una situación de mobbing o acoso laboral. Y de nuevo las cifras son reveladoras: Según el libro de Iñaki Piñuel “Mobbing. Manual de Autoayuda”, 2.300.000 personas sufren acoso en el trabajo en España y, de ellas, un 54 por ciento son mujeres. Lamentablemente, no tengo la cifra de cuántas de esas mujeres que sufren mobbing viene producido por otras mujeres. Quizá si la tuviese no haría más que, tristemente, reafirmar la teoría de “la mujer contra la mujer”.

2 comentarios:

Busaquita dijo...

Las personas tóxicas (independientemente de su género) suelen ser individuos inseguros que temen que cualquiera pueda quitarles su pedacito de reino. Normalmente se alían con otros porque solos serían incapaces de hacer frente a nadie. Igual que los neonazis y los ultras, qué casualidad.
No hacer más que descargar sus carencias en otros que son más inteligentes, más capaces o simplemente más felices.

Anónimo dijo...

Querida amiga, no he podido evitar sentirme afligida tras leer tus palabras, el motivo es la realidad que cuentas, es decir, yo como mujer, he vivido experiencias con compañeras de trabajo que nada más que han hecho poner en duda mis ascensos laborales por el mero hecho de tener una cara mona y tener estilo a la hora de vestir, quizá pienses que es un juicio personal llegando a rozar el narcisismo, pero te aseguro que tras mucho pensar cuál era MI fallo personal y profesional, llegué a comprender que los insultos a mi persona y las críticas a mi trabajo, venían promovidas por la ENVIDIA e INSEGURIDAD, convirtiendo sus miedos en críticas hacia los demás, y llegué a esa conclusión cuando reaccioné y vi que esa persona tenía problemas con la mayoría de los compañeros y no yo, cuando mi ascenso laboral lo decidió mi jefa (y no jefe, que sino hablaríamos de eso típico que se dice, tú me entiendes), y por supuesto, cuando observé que aquellas personas que no destacaban y por tanto ella no se sentía amenazada, no eran el centro de su diana, con todo ello confirmo que el trabajar con hombres a veces se hace más sencillo, siempre y cuando, no se vea manipulado por ninguna mujer, claro. En estos momentos “odio ser mujer”. ¡¡Luchemos por una solidaridad de género!!